sábado, 27 de octubre de 2007

No siempre lo que parece es lo que es...

A veces se pueden descubrir "pequeñas mentiras" que de todas formas no son inofensivas, pero... ¿qué pasa cuando todo lo que creíste que existía era en realidad sólo una gran farsa? ¿Qué queda después? ¿Hay que lamentar el engaño o agradecer el desengaño? Bueno, creo que en ese caso las reacciones ya no son trascendentes y mucho menos las explicaciones. Tratar de cuestionar algo que nunca existió pasa a ser una pérdida de tiempo, porque ya no es necesario tratar de armar el rompecabezas de una historia que sólo estuvo presente en algunos.

También se podría decir que lo significativo es demasiado relativo, el sentir o involucrarse simplemente se da y no se planea, pero si se pueden planear los engaños. Se puede estar conciente de un engaño y aún así seguir manteniéndolo. Los juegos una vez que empiezan se vuelven placenteros, pero no para quienes no están enterados de estar jugando y más aún, desconocen totalmente que son los protagonistas de ese juego.

¿Teatro? si a veces todo es teatro, el problema es que algunas máscaras son imperceptibles a nuestros ojos y hacen que el montaje parezca realidad. La realidad entonces es sólo una actuación y el problema es que no siempre se pueden identificar los actores. Los papeles simplemente empiezan a correr y los que sobramos de ese teatro no podemos enterarnos en qué momento está escrito que baje el telón de la función.