viernes, 23 de noviembre de 2007

El sentido de todas las cosas...

Muchas veces tratamos de buscar el sentido de las cosas que no entendemos y de alguna manera concientemente comenzamos a trazar un camino que nos conduzca a encontrar ese significado. Es así como empezamos a prestar atención a todos los estímulos que se nos presentan en nuestro andar y procuramos evitar interferir en ese pequeño universo que comienza a aparecer. Actuamos de forma sigilosa para no transformar ni borrar nada. Todo debe mantenerse inmutable, natural. En cambio, en otras ocasiones y sin intención de encontrar algo, aparecen pequeñas puertas frente a nuestros ojos, puertas que inconscientemente abrimos y que nos ofrecen ver los momentos desde otra perspectiva. Es aquí donde se puede llegar a pensar que nada es coincidencia y que todo tiene una intención. El detenernos en una mañana de prisa y cruzar el umbral de una puerta que se nos presenta entre muchas otras puertas ya tiene un fin específico. El pasar hacia un mismo sitio y estar acompañado por determinadas personas también esconde un significado, que puede ser tan individual como tan colectivo y compartido. Luego vienen las palabras, porque el lograr escuchar una breve frase entre el murmullo de muchas voces que atravesaron esa misma puerta, nos hace convencernos que todo lo que encontramos en nuestro caminar está configurado dentro de un tiempo que es irrepetible y de un espacio suficiente para recolectar aquella infinidad de cosas contenedoras de todos los sentidos.