Exactamente hace una semana alguien me dijo que tuviera cuidado con quienes me rodean "por obligación". Digo obligación porque al decirme esto no se refería a mis amigos o conocidos más cercanos, sino a aquellas personas que coinciden conmigo en un mismo lugar y por circunstancias que escapan a mi voluntad. Siempre he valorado los consejos honestos, y especialmente aquellos que provienen de personas que no tendrían porqué tener algún tipo de consideración hacia mí. Pues bien, más pronto de lo pensado la advertencia cobró sentido: existen personas que sólo pueden entregar lo peor de sí mismos y que se empeñan en perjudicar a los demás, como queriendo extender en otros su propia vida miserable. No es más que eso, miseria humana. Negatividad que las excede y que tratan de traspasar a quien sea. Son como un veneno invisible que espera la oportunidad para ser inyectando en quienes por desgracia debamos llegar a su territorio. Lamentablemente esa negatividad afecta, especialmente a quienes no acostumbramos a entregar lo peor de sí mismos. Aún así, prefiero intentar olvidar y quedarme con aquellas personas que realmente valen la pena porque día a día contribuyen mejorando mi vida, y agradezco a quienes se detienen para darme un consejo sincero.
viernes, 19 de octubre de 2007
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