lunes, 19 de noviembre de 2007

Lo único y todo lo que somos...

Somos humanos, poseemos conciencia y tenemos la capacidad de sentir, pero a la vez somos animales, con necesidades e instintos que configuran nuestra forma básica de existencia, es decir, nuestra principal forma del ser. Ambas realidades son inseparables, se requieren mutuamente y son el motor que mueve la esencia vital de todo ser humano. Tendencias emocionales y animales se nutren la una a la otra. Es imposible negar o reprimir una de ellas. Ambas se reconocen, ambas se incorporan. Se aprende de esta dualidad y se vive de esta interrelación: emocionalidad y carnalidad, el sentir y el desear.

Ahora, un poema de Gioconda Belli, poeta nicaragüense:


RECORRIÉNDOTE

Quiero morder tu carne,
salada y fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mí
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mí
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mí
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva y tu aliento
hasta que entres en mí
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso
y quedemos los dos tendidos y sudados
en la arena de las sábanas.