lunes, 10 de septiembre de 2007

¿Me escuchas? ¿Es que acaso puedes escucharme a pesar de los demás?

Te veo con dificultad. Intento dirigir mi mirada y encontrarte, pero la niebla es demasiado espesa y ya me siento muy cansada. Cierro mis ojos por un instante y tu brillo permanece. Estoy convencida que aunque la oscuridad fuese eterna, aún podría dibujarte en mi mente para contemplarte por siempre. Continúo sin abrir mis ojos, creo que ya perdí la noción del tiempo, pero mi mente ya ha comenzado a retratarte, reviviéndote con detalles infinitos. Los minutos siguen avanzando, pero algo interrumpe mis pensamientos. Siento que algo se acerca a mí, quisiera ignorarlo, pero algo me dice que es el momento de abrir mis ojos. Es ahí cuando te veo. Me sorprendo. Mis ojos se han posado en los tuyos y creo que el reflejo de tu mirada me ha hecho sonreír. Es extraño, se han extinguido mis parpadeos y sólo me dejo llevar por ese mirar que me envuelve. Ahora una palabra me detiene. Tus palabras me detienen:
- Así que eras tú- me dice sin dejar de sonreír.
- Lo siento, creo que me confundes- le respondo extrañada.
- ¿Bromeas? aún con esta espesa niebla pude llegar a ti. Caminé por varias horas y creí estar perdido. Ya mis ojos no podían ver, pero el ritmo de tu corazón me condujo hacia ti y sólo así pude volver a encontrar mi mirada- me responde convencido.
- ¿Me escuchas? ¿Es que acaso puedes escucharme a pesar de los demás?- le pregunto aún sin entender.
- Sólo se que a pesar de estar perdido y cansado, sólo pude escuchar tu corazón y no el del resto de la gente...